Un capítulo de House me recordó una anécdota que Jose M. Macarulla (Gran investigador y profesor galardonado con la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio) nos contó en una clase. Al parecer no es excesivamente extraño que de vez en cuando aparezcan casos de envenenamiento por tomar anticongelante, muchas veces por descuido al confundirlo con vino (sin comentarios…). La intoxicación por anticongelante se produce porque este contiene etilenglicol cuyo metabolismo produce acido oxálico. Este se une al calcio formando cristales en los riñones pudiendo ocasionar un fallo renal grave. La solución simple y efectiva que durante muchos años se ha utilizado para evitarlo es consumir alcohol (o inyectarlo en vena). En el caso que nos contó Macarulla la cura fue una buena botella de whisky.
La razón de esta borrachera radica en que para metabolizar el anticongelante se utilizan las mismas enzimas que para el alcohol, en especial la Alcohol Deshidrogenasa (ADH). Al incorporar alcohol (etanol) se produce una competencia con el anticongelante: es como un colador por donde pasa tanto arena (alcohol) como pequeñas piedras (anticongelante), ambas compiten por los agujeros pero preferentemente pasa la arena. Así el etilenglicol se elimina sin metabolizar evitando sus graves consecuencias.
Actualmente se utiliza un antídoto: el fomepizol (.pdf).