El siempre elocuente Borges tuvo mucho sobre lo que elegir para escribir su Historia Universal de la Infamia, pues de seres infames ha estado la historia colmada. Si alguien decidiera escribir hoy la Historia Universal de la Infamia hacia las Mujeres no debería jamas olvidar a Sigmund Freud ya que pocos hombres han afectado tan negativamente al comportamiento de tanta gente como el padre del psicoanálisis.
Para entenderlo debemos remontarnos un centenar de años al apogéo freudiano cuando escribió que las niñas poseen una zona erógena, el clítoris, y que el paso a la madurez de las mujeres pasa inevitablemente por la transferencia de esa zona erógena a la vagina siendo la frigidez la ausencia de estimulación vaginal. Curiosamente ya entonces se conocía la homología entre el glande masculino y el clítoris femenino, siendo ambos el mismo órgano, pero sobre todos los aspectos peso uno: el machismo, que necesitaba explicar el orgasmo femenino como acción directa de la penetración masculina.
Hizo falta la llegada de un investigador llamado Kinsey (entomólogo dedicado al estudio de las avispas, para ser exactos) que decidiera hacer un riguroso estudio sobre el comportamiento sexual de hombres y mujeres norteamericanas publicado en 1953. La sociedad puritana de la época quedó aturdida por los resultados presentados: el 79% de las mujeres que se masturbaban lo hacían por estimulación del clítoris frente al 1,5% que lo hacían por penetración vaginal, además solo el 30% era capaz de llegar al orgasmo durante el coito. La explicación de este fenómeno en realidad no era complicada ni demasiado desconocida: la vagina es poco sensible mientras que el clítoris es una zona altamente irrigada por nervios, y sin embargo, muchas de esas mujeres vivían con vergüenza o insatisfacción pensando que eran incapaces de «completarse como mujeres adultas». La investigación de Kinsey abrió la puerta a la revolución de la sexualidad de las mujeres y cerró las puertas a la financiación de sus investigaciones: sus fondos fueron retirados.
Pasado el tiempo otras batallas de derechos han tenido que librarse y ahora el campo de batalla es la homosexualidad. Los derechos de gays y lesbianas son peleados y adquiridos con cuentagotas y su visibilidad pública es más reciente que el que escribe estas lineas. Hace unos años en España se abrió una puerta como en la que se adentró Kinsey: los matrimonios entre personas del mismo sexo. Se mostraba en ese momento una realidad que existía cubierta de sombras: la existencia de familias homoparentales. Se iluminaba un tipo de relación que había sido -y sigue siendo- denostada de antinatural como así lo fuera el orgasmo por estimulación del clítoris. Los años pasan y poco a poco la realidad aflora y tenemos un puzzle más completo de quienes somos y la diversidad de nuestras costumbres. Ahora solo el tiempo dirá cuando se escribirá la Historia Universal de la Infamia hacia la Homosexualidad y si, por circunstancias del destino, Mariano Rajoy estará en ese libro.
(La inspiración de este post y los datos de Kinsey provienen de Bully for Brontosaurus de S. J. Gould)