Archivo diario: febrero 14, 2010

Marcando el ADN

Las abejas tienen un curioso sistema para decidir el futuro de cada nueva larva. En principio, la abejas reina y las obreras comparten el mismo código genético: son gemelas y sin embargo tan diferentes. Desde hace mucho tiempo se sabe que algunas larvas son alimentadas con un jugo especial, denominado jalea real, que provoca que estas larvas se conviertan en reinas. Recientemente se ha descubierto que los nutrientes que contiene la jalea real producen una cascada de eventos en las larvas cuyo objetivo es retirar unas marcas del ADN que impiden la expresión de los genes necesarios para formar el cuerpo de la abeja reina.

Estas marcas en el ADN, llamadas metilaciones, son parte de un grupo de modificaciones que regulan la expresión de nuestra información genética y que se ven alteradas por el ambiente. Su estudio se denomina epigenética y tiene gran importancia en muchos campos de la biología, como el desarrollo embrionario o la biología evolutiva.

Uno de los aspectos más interesantes de estas marcas es que se pueden heredar, es decir, que las modificaciones en el ADN que sufre una generación pueden ser heredadas por sus hijos y nietos. Ya hemos visto lo poderosas que estas pueden ser si permiten cambios tan radicales como los que ocurren entre una abeja reina y una obrera. De hecho, muchos estudios apuntan a que este tipo de cambios condicionados por el ambiente pueden tener gran relevancia en humanos. Estudios epidemiológicos han demostrado, por ejemplo, que la alimentación de nuestros padres y abuelos afecta a la probabilidad de que suframos obesidad o diabetes. Estamos todavía ante la punta del iceberg y estudios futuros tendrán que aclarar cómo afectan realmente los factores ambientales y alimenticios a los genes que legamos a nuestros hijos.

Nota: este artículo se publicó originalmente en Tercer Milenio, el suplemento de ciencia del Heraldo de Aragón. Es el primero de una serie de artículos que escribiré para una nueva sección titulada «Apuntes en doble hélice». Podéis encontrar el original en la edición digital de Tercer Milenio.

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